jueves, 30 de agosto de 2007

EL BAILE DEL KOALA.... (Por Pamela Jiles)
Publicado en el Diario The Clinic nº213 Santiago de Chile

A la misma hora que el baile del Koala se tomó el Congreso, los policías del grupo especial Lince esperaban a pocas cuadras la llegada de otro animal, el general (r) Rául Iturriaga Neumann.El ex líder de la temible brigada Purén de la DINA viajó desde Santiago a Viña, después de reunirse con algunos amigotes en Vitacura donde el tema de conversación fue el grave asunto de la danza entre un diputado y unas modelos livianas de ropa.A la mañana siguiente, el experto en inteligencia fue sorprendido en pijama mirando en la tele las imágenes del polémico baile. Tan absorto estaba el soldadito, que no alcanzó a recordar su pistola CZ calibre 9 mm. que tenía para repeler cualquier intento de apresarlo.El baile del Koala sonaba de fondo cuando los funcionarios de Investigaciones le informaron al “primer comando de Chile” que estaba detenido, frente a lo cual Iturriaga imitó el ridículo acento de Amaro Gómez-Pablos y afirmó que él no era él. Mientras lo esposaban, Iturriaga insistió en hacerse el español, esta vez inspirado en Pablito de “Casado con Hijos”, con ahogos y soponcios incluidos. Pero además de un criminal, es un pésimo actor. El policía a cargo le dijo simplemente “aquí mandamos nosotros” y el Koala regalón de Pinochet se quedó tranquilito y manso.Así son los “Phascolarctos Cinereus”, nombre científico del Koala,bichos malolientes dados a esconderse entre las ramas de los eucaliptos, de cerebro diminuto, achorados frente a un contendor herido o débil, pero cobardes con cualquier adversario que se muestre decidido.El animalito de reciente fama es mediocre y vago como varios de nuestros servidores públicos. Las coincidencias son numerosas: nace feo y deforme; se arrastra -muy común en la política- desde la cloaca de su progenitora hasta la bolsa marsupial donde se instala a vegetar y mamar por largo tiempo, otra metáfora de la vida parlamentaria chilena. Su primer alimento no es leche sino el nutritivo excremento de su madre, lo mismo que los políticos concertacionistas hacen con el Estado. Se cría con caca y después come las hojas que tiene alrededor, aplicando la ley del mínimo esfuerzo, aferrado con poderosas garras a su puesto (¿cargo?), hasta dejar en pelotas el árbol del que cuelga. Su único talento es trepar, trepar y trepar. El pelaje se le llena de garrapatas mientras flojea toda su vida. Hace siestas de veinte horas diarias. En tiempos de sequía, sin decidirse a trabajar, despedaza a los demás koalas para eliminar la competencia. Tiene pésima vista, no puede ver ni siquiera lo evidente. Sólo se mueve en la oscuridad, con lo que evita ser descubierto en su holgazanería. Su lento metabolismo produce gases fétidos que elimina por el ano y la boca a cada rato. Cuando por fin cae muerto al suelo, hereda su árbol a alguno de los hijos zánganos que lo sobreviven.A la luz de estas características, no veo por qué tanto escándalo por el baile del Koala en el Congreso. Los honorables deberían asumirse, dar la cara y aprobar un voto político unánime que consagre al “Phascolarctos Cinereus” como su animal símbolo. Lagos Weber tendría que rendirle tributo como su criatura fetiche. El canciller Foxley podría adoptar la hoja de eucalipto como condecoración oficial. Y Belisario aferrarse materialmente al pilar roqueño del gobierno, como un Koala empoderado.Me pregunto qué tiene de pecaminoso un poco de baile en el triste y vago mundo de la política. Por qué satanizar la danza, que aporta alegría y erotismo a las agobiantes tareas de Estado, como lo ha probado con creces la propia presidenta de la República. No cabe duda de que ella es una sacerdotisa mayor en el arte de menear el cuerpo. La hemos visto zarandear su humanidad al compás de toda suerte de ritmos. Durante su candidatura bailó en ferias libres, actos de campaña y encuentros con mujeres. También lo hizo en televisión, con la modelo Jeannette Moenne-Loccoz, el periodista Julio César Rodríguez y el chef Carlo von Mühlenbrock. En enero del 2006 se atrevió con una danza mapuche en su visita a Nueva Imperial.Los garzones del Liguria debieron ser testigos de sus dotes cumbiancheras.Hizo gala de su versión del cha-cha-chá y el merengue en un homenaje al ex rector de la Universitad de Chile. Interpretó extraños pasos de baile frente a María Elena Wood -la misma que fue dirigente universitaria designada por la autoridad militar de la Universidad Católica durante la dictadura- en un promocionado documental que dio la vuelta al mundo. En Fiestas Patrias, intentó bailar una cueca con Eduardo Frei, pero el ex presidente le hizo una finta y la mandataria debió conformarse con el esquinazo.En fin, el baile del Koala en el Congreso no hace más que bajar a terreno parlamentario una política de gobierno expresada por la propia Bachelet en Washington, cuando asistió invitada por "White House Project " a una elegante comida con mujeres líderes norteamericanas, entre ellas Hillary Clinton. En su discurso oficial, nuestra presidenta dijo: "De niña quería ser cantante y bailarina; ahora soy Presidenta… y canto y bailo". Tarde o temprano la tendremos moviéndose al ritmo del baile del Koala. Es cosa de tiempo.

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